Te enseñamos a identificar y superar esas barreras invisibles que te frenan. Con las herramientas adecuadas, puedes abrir el camino hacia una vida llena de posibilidades y crecimiento personal
Imagina que estás a punto de tomar una decisión importante, como cambiar de trabajo, o que simplemente iniciarás un nuevo hábito saludable. Sientes emoción, pero, justo al dar el primer paso, una pequeña voz interna te dice: «No lo lograrás, no eres lo suficientemente bueno/a». De repente, esa emoción se convierte en duda y, sin darte cuenta, te convences de que es mejor no intentarlo. Este tipo de pensamiento pertenece al abanico de las creencias limitantes.
Se trata de esa barrera invisible que, sin saberlo, te mantiene en tu zona de confort, impidiéndote avanzar hacia lo que en verdad quieres. Estos convencimientos tienen un poder enorme sobre nuestro punto de vista. Pero la buena noticia es que, una vez que sabes en qué consisten y los identificas, puedes comenzar a liberarte de ellos.
¿En qué consisten las creencias limitantes?
Las creencias limitantes son cualquier pensamiento que nos condiciona de manera negativa, haciéndonos sentir que no somos capaces de lograr algo, que no merecemos lo que deseamos o que ciertas metas están fuera de nuestro alcance.
Estos pueden estar tan arraigados en nuestra mente que los percibimos como verdades absolutas e impiden que tomemos riesgos que podrían llevarnos al fracaso o al éxito.
Son creencias que no siempre tienen que ver contigo. Pueden estar relacionadas con el funcionamiento del mundo, con tus ideas y con tu forma de interactuar con las personas.
Tales percepciones pueden cambiar tu vida, pero no de modo estricto para mejor. Si bien parecen inofensivas las frases como «nunca podré lograrlo», «es demasiado tarde para empezar algo nuevo» o «las cosas siempre me salen mal», en realidad restringen nuestro crecimiento y nos impiden avanzar.
Además de cohibirnos en lo personal, también influyen de manera negativa en nuestras relaciones con los demás. Su impacto afecta la calidad de nuestras conexiones sociales y cómo nos desenvolvemos en diferentes contextos. Estos límites subconscientes podrían conducir a emociones dañinas como el síndrome del impostor, la ansiedad y la procrastinación.
¿De dónde vienen?
Estas suposiciones no aparecen de la nada, sino que se forman a lo largo de nuestra vida, influenciadas por diversos factores externos e internos. A continuación, exploraremos qué elementos contribuyen a ello.
Valores y creencias familiares
Desde pequeños, aprendemos sobre el mundo y sobre nosotros mismos a través de nuestra familia. Los valores y creencias que se transmiten en el hogar suelen ser los primeros cimientos sobre los cuales construimos la percepción de lo que es posible o no.
Si creciste en un ambiente donde era común hablar de limitaciones financieras, de miedo al fracaso o de la imposibilidad de cambiar el destino, es probable que adoptaras estas perspectivas como verdades. O si creciste escuchando frases como «es difícil salir adelante» o «la gente como nosotros no tiene oportunidades», podrías asimilar la idea de que ciertos logros o metas están fuera de tu alcance.
Aunque estas creencias no siempre reflejan la realidad, condicionan la manera en que tomas decisiones o enfrentas desafíos.
Nina Cooke, coach de mentalidad, explica en Forbes que las creencias limitantes se integran en nuestra identidad, porque creemos, de manera equivocada, que nos protegen del rechazo y la humillación. Sin embargo, son solo historias que armamos al atribuir significados inventados a los eventos que vivimos.
Experiencias de vida
Lo que vivimos, tanto positivo como negativo, juega un papel importante en la formación de las creencias que te limitan. Es normal enfrentar momentos de éxito, pero también de fracaso, y la forma de interpretar estos escenarios refuerza o crea nuevos pensamientos. Un revés significativo, como perder un empleo, puede llevarnos a pensar que no somos capaces de lograr nuestras metas o que no estamos destinados al éxito.
Si en algún momento intentaste emprender un proyecto y no salió como esperabas, quizás desarrolles la creencia de que nunca serás un buen emprendedor o que arriesgarse no vale la pena. Estas experiencias nos marcan y, si no somos conscientes de ellas, se convierten en barreras que nos impiden intentar de nuevo o salir de nuestra zona de confort.
Educación
No solo la educación académica, sino también los mensajes que recibimos en nuestro entorno escolar, social o religioso. En muchas ocasiones, el sistema tradicional fomenta un enfoque centrado en los errores y en las capacidades limitadas, lo que puede hacer que las personas desarrollen creencias negativas sobre su inteligencia o habilidades.
Si en la escuela recibías comentarios como «no eres bueno en matemáticas» o «es mejor que te enfoques en algo más sencillo», podrías asumir que ciertas áreas del conocimiento están fuera de tu alcance. Y es posible que esta mala percepción sobre tus capacidades se quede contigo durante años, afectando tus decisiones en el ámbito personal, académico y profesional.
Fracasos anteriores
Los reveses o fracasos anteriores infunden miedo y desconfianza en uno, lo que lleva al desarrollo de limitar lo que creemos. Por ejemplo, ir a una entrevista de trabajo y no tener éxito o no conseguir un ascenso tal vez afecte tu confianza; entonces, tus creencias negativas actúan como mecanismos de protección para evitar futuras decepciones o dolor.
Mensajes de las redes sociales
Día a día, las redes sociales nos bombardean con imágenes que promueven la perfección: cuerpos esbeltos, personas siempre felices, familias impecables y una vida profesional fácil de alcanzar. Estos escenarios imponen estándares poco realistas que intentan definir cómo deberíamos ser, qué deberíamos lograr y cómo debería verse el éxito. El problema es que esta constante exposición puede hacer que, al compararnos, nos sintamos insuficientes.
Este bombardeo de mensajes erosiona nuestra confianza y también limita nuestra motivación, haciéndonos creer que no somos buenos, inteligentes o afortunados para alcanzar nuestras metas.
Tipos de creencias limitantes
Los pensamientos limitantes se agrupan en tres categorías principales, cada una refleja cómo percibimos nuestras capacidades, el mundo que nos rodea y nuestro sentido de merecimiento. Estas nos ayudan a entender de dónde provienen las barreras mentales y cómo afectan las decisiones y acciones. Enseguida, veremos ejemplos concretos para identificar su operación en la vida diaria.
De capacidad
Consisten en ideas relacionadas con cómo percibimos nuestras habilidades. Nos hacen sentir que no somos competentes para enfrentar ciertos desafíos, lo que limita crecer como persona y profesional.
- «No soy una persona inteligente».
- «Me pone nervioso/a hablar con desconocidos».
- «Nunca sabré hablar bien el inglés a nivel profesional».
De posibilidad
Estas nos llevan a pensar que las circunstancias externas nos impiden lograr lo que deseamos. Además, nos convencen de que, debido a limitaciones económicas o de tiempo, es imposible alcanzar nuestros objetivos.
- «No tengo tiempo para estar con mi familia».
- «No tengo dinero para tomarme unas vacaciones».
- «Conseguir un buen puesto hoy en día es complicadísimo».
De merecimiento
Dichas barreras giran en torno a nuestro sentido de valor personal. Nos hacen sentir que no merecemos el éxito, la felicidad o el amor debido a errores pasados o a nuestra percepción de quiénes somos.
- «No merezco que me quiera tanto».
- «Por mi pasado no tengo derecho a ser feliz».
- «Como no estudié cuando era joven, ahora debo conformarme con trabajos insignificantes».
Mark Manson, autor del superventas The Subtle Art of Not Giving a F*ck, introduce otras dos categorías de creencias limitantes que impiden que nos convirtamos en la persona que deseamos ser. Estas se centran en cómo percibimos el mundo y la vida en general.
Sobre el mundo
Se relacionan con nuestra interpretación del entorno y las expectativas que creemos que los demás tienen sobre nosotros. Son pensamientos que nos hacen sentir que no podemos cambiar nuestra realidad debido a presiones sociales o culturales.
- «Tengo una idea de negocio, pero nadie entiende mi visión».
- «No puedo abandonar la carrera de ingeniería, porque mamá y papá estarán decepcionados».
- «Soy mujer y la gente no escucha las ideas de las mujeres, así que me quedaré callada en las reuniones de trabajo».
Sobre la vida
Este tipo de ideas abarca nuestra visión general de lo que la vida puede ofrecer. A menudo, incluyen pensamientos fatalistas que nos hacen sentir que no vale la pena esforzarse por cambiar nuestra situación.
- «Tengo 40 años y no he encontrado el amor. ¿Para qué intentarlo si siempre me dejan?».
- «No tiene sentido escribir mi novela, porque ya se ha escrito algo similar y no será original».
- «El éxito es solo un ideal fabricado por la sociedad para controlarnos, entonces, ¿por qué hacer algo?».
¿De qué manera nos afectan estas creencias?
Ya exploramos los diferentes tipos de ideas limitantes y cómo pueden arraigarse en nuestra mente. Sin embargo, entender sus categorías es solo el primer paso. Es importante reconocer que estas creencias también tienen consecuencias profundas en todas las áreas de la vida. Profundicemos.
- Baja autoestima y falta de autoconfianza: estas ideas erosionan la confianza en nosotros. Al internalizar pensamientos negativos, comenzamos a dudar de nuestras capacidades.
- Relaciones personales perjudicadas: si creemos que no somos dignos de amor o respeto, proyectamos esa inseguridad en nuestras relaciones, lo que puede generar distancia, desconfianza o dependencias emocionales.
- Falta de motivación y procrastinación: creer que no somos capaces o que nuestros esfuerzos no valdrán la pena reduce la motivación para actuar. Esto, a su vez, fomenta la procrastinación, ya que nos convencemos de que intentarlo no servirá de nada.
- Estancamiento personal y profesional: vivir bajo el peso de estas creencias detiene nuestro crecimiento y desarrollo en plenitud. Nos mantienen en una zona cómoda, donde evitamos situaciones que podrían impulsarnos hacia oportunidades novedosas.
- Aumento de la ansiedad y el estrés: cuando vivimos con la constante sensación de que nuestras metas están fuera de nuestro alcance, sufrimos altos niveles de ansiedad y estrés. Las ideas limitantes alimentan pensamientos de fracaso, lo que nos hace sentir frustrados o incapaces de manejar los desafíos cotidianos. Esta presión mental también incide en la salud física, creando un ciclo negativo del que resulta difícil salir.
¿Cómo identificarlas?
Todos tenemos creencias que actúan como barreras invisibles, impidiendo que alcancemos nuestro máximo potencial. Ahora, te planteamos cinco formas prácticas para ayudarte a identificar eso que frena tu desarrollo personal y laboral.
1. Escucha tu diálogo interno
El diálogo interno tiene un impacto profundo en nuestras acciones. ¿Qué te dices cuando enfrentas un desafío? Las limitaciones en lo que creemos se revelan a través de frases automáticas como «no lo lograré» o «esto nunca me saldrá bien». Las mismas pueden pasar desapercibidas, pero si comienzas a prestarles atención, descubrirás que son señales claras de un pensamiento limitante.
Tómate unos minutos para escribir tres frases negativas que repites en tu vida diaria. Luego, desafía cada una de ellas haciéndote la pregunta: «¿Tengo evidencia real de que esto es cierto?». Este ejercicio contribuirá a poner en perspectiva si esas creencias están fundamentadas o son solo percepciones que te limitan.
2. Observa tus emociones en momentos clave
Las emociones intensas, como el miedo, la ansiedad o la frustración, son indicadores de que podrías enfrentar una creencia que te condiciona. Pregúntate: ¿cuáles situaciones generan estas emociones y cuáles pensamientos acompañan esos momentos? Y recuerda la última vez que sentiste inseguridad antes de tomar una decisión importante. ¿Qué pensamientos pasaron por tu mente?
3. Haz un mapa mental de tus creencias
Visualizar tus creencias es una excelente manera de identificarlas. Dibuja un mapa mental de las áreas más importantes de tu vida (trabajo, relaciones, salud, crecimiento personal). Luego, anota junto a cada área las creencias que tienes sobre ellas.
Por ejemplo, en la sección de «trabajo» puedes escribir pensamientos como «nunca alcanzaré un puesto directivo» o «no soy tan creativo». Al ver tus creencias de manera visual, será más fácil detectar patrones de pensamiento que limitan tu crecimiento.
4. Pide retroalimentación a las personas cercanas
A veces, las personas más cercanas a nosotros ven aspectos que nosotros no notamos. Pide a amigos o familiares que te comenten cuáles comportamientos ven en ti cuando enfrentas un reto o tomas decisiones importantes. Este ejercicio es útil para revelar ideas limitantes que quizás no hayas identificado, pero que afectan tu manera de actuar.
5. Observa tu lenguaje corporal y tus reacciones físicas
La próxima vez que enfrentes una situación desafiante, observa a cómo reacciona tu cuerpo. ¿Te tensas, encorvas o experimentas incomodidad física? Estas reacciones indicarían la actuación de una creencia que te limita. Reflejamos en el exterior lo que la mente cree, por lo que es fundamental atender a estas señales físicas.
¿Cómo superar las creencias limitantes?
Liberarse de esta clase de ideas no es un proceso instantáneo, pero con paciencia y perseverancia es posible. Te compartimos algunos pasos clave para comenzar:
- Pregúntate «¿qué pasa si me equivoco?»: imagina un escenario donde tu suposición sea incorrecta y abre tu mente a nuevas posibilidades. El propósito es aprender a ver que, muchas veces, las creencias limitantes son más débiles de lo que parecen.
- Pregúntate «¿de qué manera me sirve esta creencia?»: reflexiona sobre cómo te beneficias y si en realidad vale la pena mantenerla.
- Reemplázalas por creencias positivas: por ejemplo, cambia «no soy lo suficientemente bueno/a», por «tengo el poder de mejorar cada día». O «es demasiado tarde para mí», por «nunca es tarde para aprender algo nuevo».
- Rodéate de personas que te apoyen: el entorno juega un papel fundamental en el proceso de superar creencias limitantes. Acompáñate de gente positiva y que te motive a crecer, y evita a quienes refuercen tus pensamientos negativos.
- Practica el autocuidado y la autocompasión: cambiar nuestras creencias lleva tiempo, y es fundamental ser compasivo contigo durante este proceso. No te castigues si caes en viejos patrones, en lugar de eso, reconoce tus esfuerzos y sigue adelante.
- Visualiza tu éxito: imagina cómo sería tu vida si no te limitaran esas creencias. La visualización positiva puede ayudarte a crear una nueva realidad, motivándote a tomar acciones concretas para cambiar tu situación actual.
Toma impulso y libérate de lo que te frena
Con un poco de introspección y las herramientas adecuadas, podemos identificar, desafiar y liberarnos las ideas que nos restringen y condicionan. Al hacerlo, abrimos el camino hacia una vida más plena, llena de oportunidades y crecimiento. Recuerda que el poder de cambiar está en ti y que nunca es tarde para romper las cadenas de las creencias limitantes.
¡No dudes! Atrévete a cuestionar esos cercos invisibles que te han mantenido en tu zona de confort y explora las posibilidades que surgen cuando te deshaces de ellas. Cada pequeña acción cuenta y representa un paso más hacia tu versión más auténtica y poderosa.