La mañana es el momento más importante del día. Despierta de forma placentera, tranquila e incluso divertida y tendrás una jornada productiva. Y al revés: despierta mal, tarde, a trompicones, sin desayunar… y seguramente tendrás un día para olvidar.
Por desgracia, en la sociedad moderna, dominada por las prisas y por el «hacer-hacer-hacer», la rutina del despertar se ha dejado de lado. Como consecuencia, seguro que cometes muchos errores por la mañana debido a las prisas o a que estás pensando ya en el trabajo.
Aquí tienes cinco errores que seguro que cometes por las mañanas y cómo puedes solventarlos para tener un día espléndido y más llevadero de lo normal. Los errores y parte de los consejos provienen de Entrepeneur.
1. Despiertas con irritaciones o molestias
Los primeros minutos de un día pueden marcar la tónica del resto de la jornada. Dicho de otra forma: despiértate enfadado y posiblemente estarás enfadado hasta que te duermas.
La clave es evitar ser responsable de ese despertar molesto. Por ejemplo, seguramente has puesto de alarma del móvil la melodía estándar, que suele ser un concierto de estridencias. Normal que, al ser eso lo que te despierta, no tengas una buena mañana.
Otros ejemplos: no cerrar la persiana por la noche y despertar con un impactante rayo de sol molestando a tus ojos; no rellenar el cuenco de comida de tus mascotas y despertar con sus quejas (posiblemente a cinco milímetros de tu cara)…
Busca formas de que tu despertar sea lo más agradable y placentero posible. Conseguir eso depende de ti porque cada persona es un mundo. Pero por ejemplo prueba con poner de alarma una de tus canciones preferidas, o duerme con antifaz para que el sol matutino no te moleste tanto.
2. Te despiertas muy tarde
Si te despiertas con el tiempo justo para asearte, adecentarte e ir al trabajo, has entrado o entrarás en una espiral de urgencia, con cero espacios de descanso, que acabará teniendo graves consecuencias para tu salud mental.
Tu cerebro no ha tenido nada de tiempo para prepararse para el día. Nada más abrir los ojos solo tenías una palabra en mente: trabajo. Aunque creas que es una estrategia efectiva, si te detienes a evaluar, descubrirás que cometes más errores de lo que pensabas, o que en realidad tu ritmo no es tan veloz. El motivo es sencillo: tu mente necesita descansar.
Intenta despertarte antes como rutina. Y dedica esos 40-60 minutos extra para empezar el día a un ritmo más lento, y con actividades tranquilas que no estén asociadas con el trabajo. Recuerda que eso implique acostarte más temprano. De lo contrario dormirás menos horas y estarás igual de cansado.
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3. Te saltas el desayuno
Puede que debido a tu agente laboral apretada decidas prescindir del desayuno. O puede que creas que es una comida innecesaria, o quieres perder peso y no comer por las mañanas forma parte de tu estrategia.
No desayunar (o pretender que beber café es desayunar) es también una forma errónea de empezar el día. Cuando te despiertes, tus niveles de glucógeno (la glucosa que se almacena en tus músculos) son bajos porque se ha ido gastando por la noche. Por eso puedes levantarte fatigado, y por eso un buen desayuno repondrá tus fuerzas y te ayudará a ser más productivo y eficaz durante la jornada.
En este sentido, un desayuno que repone fuerzas consiste en fruta o en alimentos ricos en proteína (huevos, yogur, queso, pan tostado…).
4. Te lanzas inmediatamente a trabajar
El famoso escritor y empresario Brian Tracy y su libro ¡Trágate ese sapo! ha popularizado la regla de que debes hacer algo difícil y complejo de buena mañana, porque es cuando tienes más fuerzas para ello y porque iniciará un círculo virtuoso que durará todo el día.
Aunque eso es cierto, Tracy en su libro no está diciendo que nada más abrir los ojos tengas que coger el móvil y ponerse a leer y contestar emails. Ni estás en tus mejores facultades mentales para procesar y emitir información, ni es precisamente una tarea difícil que vaya a desbloquear muchos otros obstáculos.
Debes crear un espacio por la mañana que ayude a tu mente a reiniciarse y a desconectar del mundo laboral. De lo contrario, entras en una espiral de estrés y responsabilidades que te acabará quemando.
Encuentra una actividad matutina de 10-20 minutos de duración que despeje tu mente, te provoque o bien pasión o bien orgullo de haberla realizado, y que no te agote de buena mañana. Prueba a meditar, a hacer algo de ejercicio, a practicar escritura terapéutica, a leer… Verás que empiezas la jornada con energía positiva.
5. Dejas lo difícil para el final del día o de la semana
Es muy tentador dedicar toda la mañana laboral a hacer algo fácil, como leer y responder emails. Es una actividad conocida, con cero repercusiones negativas, y que te mantiene en la zona de confort. El problema es que de fondo, aquella tarea complicada, crucial e importante empieza a hacerse más y más grande, más temible. La sigues posponiendo hasta que tienes el tiempo justo para realizarla, y muy posiblemente no la abarques de la mejor manera posible.
Aquí es donde los consejos de Tracy y de otros gurús del mundo empresarial tienen sentido. Dedica las mañanas laborales a finiquitar, si es posible, las tareas más difíciles. Olvídate de ejecutarlas a la perfección, sobre todo si es la primera vez que haces algo desconocido. Lo importante es que adoptes el hábito de priorizar lo complicado para ganar en consistencia, disciplina, flexibilidad… A la larga, lo que te parecía difícil se te hará tan fácil como leer emails.