Cuando cargamos con pesos del pasado, con rabia, rencor o resentimiento es difícil alcanzar el bienestar. Descubre cómo las cartas del perdón pueden ayudarte.
Cuando vamos a terapia, o incluso cuando queremos realizar algún cambio personal por nuestra propia cuenta, solemos querer ver resultados lo antes posible. ¿Qué debo hacer para ser diferente, para sentirme mejor, para impulsar mi vida? Eso es todo lo que nos importa, pero olvidamos que el corazón (y la mente) deben vaciarse antes de poder llenarse de nuevo. Para esto, existen herramientas como las cartas del perdón.
Debemos tomar conciencia de que no podemos crear un futuro sólido y limpio haciendo caso omiso a las bases débiles y dañadas que nos han venido sosteniendo. Transformarse implica mirar hacia dentro, hacia el pasado, a esos rincones oscuros de nuestro ser que nos asustan, pero en los que se encuentra la clave de nuestra liberación.
Si estás dispuesto a realizar este valiente proceso, te encantará conocer la herramienta de la que hoy hablamos.
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¿Por qué son necesarias las cartas del perdón?
Gran parte de lo que somos se debe a las experiencias que hemos vivido en interacción con otros. El vínculo establecido con los padres, las relaciones tempranas con compañeros de escuela, los primeros lazos de pareja… Todas estas oportunidades sociales nos moldean, ya sea para hacernos sentir amados y seguros, o para rompernos en cierta forma.
De hecho, lo más común es que todos alberguemos cierto resentir hacia aquellos con quienes compartimos etapas. Tal vez sentimos que nuestros padres no nos aceptaron incondicionalmente, o que nos compararon con nuestros hermanos. Quizá aún nos duelan los desplantes o agresiones sufridos en las aulas, o nos siga quemando el “abandono” de esa pareja con quien pensamos vivir por siempre.
Pese a que seguimos adelante y creemos haber dejado estas vivencias en el pasado, en realidad estas siguen ejerciendo un impacto sobre nosotros. El rencor pesa, el odio limita, la rabia puede enfermarnos… Por ello, necesitamos trascender estas historias, aprender de ellas y perdonar, pero dándole al perdón un sentido diferente.
¿Qué son las cartas del perdón?
Cuando escuchan que deben perdonar el pasado, muchas personas se cierran en banda. Y no es de extrañar, ya que nos han vendido un concepto del perdón como un símil de bondad, abnegación y justificación de los errores del otro. ¿Cómo voy a perdonar a quien tanto daño me hizo? Eso sería aceptar su conducta, sería traicionarme, y solo de pensarlo la rabia se incrementa aún más.
En realidad, hemos de entender el perdón como la decisión de liberarnos a nosotros mismos de ese peso del pasado. No lo hacemos por el otro, para resarcirlo o librarlo de la culpa. Lo hacemos por nosotros, para que sus acciones anteriores dejen de controlar nuestra vida, dejen de tener impacto en nuestro presente. Es un regalo que te haces a ti para poder seguir adelante.
De este modo, no es necesario que la otra persona se disculpe, ni que se arrepienta. Tampoco hemos de enviarle la carta para que la lea. Este ritual es personal y está dedicado a trabajar nuestras propias emociones. Sin embargo, te sorprenderá lo poderoso que resulta.
¿Cómo realizar una carta de liberación?
Las cartas del perdón, también llamadas cartas de liberación, tienen una estructura concreta que nos permite realizar un proceso profundo y completo: desde la identificación de las emociones hasta la expresión, el procesamiento y, finalmente, la liberación. Así, te compartimos los pasos para realizar este ejercicio:
Identificación de emociones
En primer lugar, determina qué aspectos o experiencias de tu pasado te marcaron negativamente. ¿Qué sucedió?, ¿Quiénes son las personas involucradas?
Generalmente en esta búsqueda hallarás multitud de vivencias importantes con diferentes protagonistas; así, lo ideal es que realices una carta para cada una de estas personas.
Por ejemplo, puedes comenzar con tu madre, tu vínculo primario, y permitirte recordar todo aquello que sentiste que te faltó, que te dañó, que te causó un impacto. Una vez hayas identificado estos elementos mentalmente, puedes comenzar con la carta.
Expresión y ventilación emocional
Comienza la carta dirigiéndote a la persona escogida, como si le estuvieses hablando en primera persona y deja clara la intención del escrito. Por ejemplo: “Mamá, te escribo esta carta para expresar lo que nunca he podido decirte”. A continuación, comienza a expresar y detallar todos esos eventos pasados que te dañaron y las emociones que te hicieron sentir.
Es muy importante que en este paso te dejes llevar, que no pongas límites o filtros a tus palabras: recuerda que nadie más va a leerlo. Permítete sentir y expresar rabia, dolor, tristeza, odio o cualquier sentimiento que venga a ti. Olvídate por un momento de la moralidad o de lo políticamente correcto, tampoco te preocupes de la caligrafía o la construcción de las frases, solo ve escribiendo lo que venga a ti.
Habla de todas las vivencias que necesites, expresa cómo te sentiste, cómo te ha venido afectando y cómo lo sigue haciendo. Plasma tus reproches, tus anhelos y tu decepción, expresa cómo te gustaría que hubiesen sucedido las cosas. No coloques ningún filtro.
Procesamiento y perdón
Tras la ventilación emocional (un proceso que resulta duro y que te habrá removido interiormente de forma profunda), es momento de procesar esas emociones. Aquí, declara tu deseo y tu intención de perdonar y los motivos por los que eliges hacerlo. Por ejemplo: “a pesar de todo esto, hoy decido perdonarte porque no quiero seguir cargando con este dolor”, “escojo perdonar porque no merezco vivir con rencor en mi corazón”, “te perdono para seguir adelante sin la influencia de lo que viví contigo”.
Opcionalmente, y si eres capaz de hacerlo, puedes contextualizar lo ocurrido. Generalmente, las personas que nos dañan están a su vez dañadas, quienes no nos dieron amor es porque tampoco lo recibieron. Comprender su pasado y sus circunstancias puede ayudarnos a liberar. Así, puedes añadir: “entiendo que hiciste lo mejor que pudiste con lo que sabías en ese entonces, y hoy rompo el ciclo de dolor”.
Aprendizaje y gratitud
Varias investigaciones han encontrado que muchas personas logran no solo sobreponerse de la adversidad, sino incluso salir fortalecidas de ellas, adquiriendo valiosas habilidades de lo vivido. Es lo que se conoce como crecimiento postraumático.
Una de las principales claves para lograr este crecimiento es aprender de la experiencia, ser capaces de ver el modo en que lo vivido ha contribuido a nuestro desarrollo personal, qué nos ha enseñado. Y no dudes que toda situación vivida nos enseña.
Por ejemplo, quienes han sufrido la herida de abandono durante la infancia, se convierten en seres más empáticos y amorosos, o quienes han sido rechazados pueden desarrollar una autonomía y una independencia de la que otros carecen. Evidentemente, a todos nos gustaría haber podido evitar ese sufrimiento, pero una vez acontecido, es nuestro derecho observar y valorar las cualidades que hemos desarrollado a raíz de este dolor.
Así, este apartado de las cartas del perdón está destinado al aprendizaje, a poder ver más allá del dolor y extraer las lecciones. A agradecernos a nosotros mismos por haber sabido construir algo valioso a partir de lo vivido. Puedes expresar, por ejemplo: “agradezco que esa ausencia que sentí me ha enseñado a estar siempre conmigo y no dejarme solo”.
Utilizar las cartas del perdón como herramienta terapéutica
Una vez terminados los siguientes pasos, la carta está completa. Ahora, es momento de que te deshagas de ella de una forma que para ti sea simbólica y significativa. Puedes quemarla, romperla y tirarla a una corriente de agua, o hacer cualquier cosa que sientas apropiada; sin embargo, recuerda que no has de enviarla. Este proceso es para ti.