Cómo disfrutar la vida cuando todo es más caro

El aumento progresivo de los precios nos está asfixiando. ¿Es posible encontrar la felicidad o el simple disfrute cotidiano en medio de este contexto tan cambiante? Existen sencillas estrategias que pueden ayudarnos. ¡Descúbrelo!

La inflación no para de crecer. Todo sube, pero los salarios son los mismos y llegar a fin de mes para buena parte de la sociedad es verdaderamente un reto, con la angustia que emana de ello. Porque cuando nuestras necesidades siguen siendo las mismas, pero los recursos que tenemos para cubrirlas van menguando poco a poco, aparece la sensación de amenaza y, por lo tanto, la ansiedad.

Alimentación, combustible, ropa, servicios… El panorama actual nos habla no solo de ese constante aumento de los precios, también de recesión económica. Todavía estamos saliendo del túnel de inestabilidad en el que nos sometió la pandemia, para vernos ahora ante un nuevo horizonte de abigarrados nubarrones. ¿Dónde queda la salud mental en medio de este contexto tan complejo?

Es evidente que cuesta mucho mantener la calma y reducir el ruido de los pensamientos negativos. La mente es traicionera y siempre tiene el defecto de anticipar lo peor, de avivar el fuego de la ansiedad. ¿Es posible ser felices en semejantes circunstancias? Si bien cada persona lidia con sus particularidades, unas mejores y otras peores, la inquietud es global.

Veamos algunas estrategias básicas en las que reflexionar para afrontar mejor nuestra realidad.

“La riqueza no consiste en tener grandes posesiones, sino en tener pocas necesidades”.

-Epicteto-



3 mentalidades para disfrutar de la vida cuando todo es más caro

Nos encantaría que el dinero no supeditara nuestra existencia, pero lo cierto es que lo necesitamos para cubrir nuestras necesidades más básicas. Esas que Abraham Maslow incluyó en los dos primeros escalones de su famosa teoría. Para muchos, lo económico también define el estatus, así como la propia integración al grupo social al llevar un mismo estilo de vida y al adquirir unos mismos útiles.

Ejemplo de ello es quien, a pesar de tener un salario medio o bajo, invierte buena parte de sus ahorros en adquirir un móvil de alta gama. El dinero nos permite no solo cubrir aspectos indispensables como alimentación o vivienda, también nos facilita el construir una identidad social determinada. Ahora, al ver limitada nuestra libertad financiera, muchas de nuestras metas se están reformulando.

Limitar los gastos de ocio, de recursos materiales e incluso de determinados productos de alimentación afecta también a la salud mental. Una investigación de la Universidad de Pisa destaca que en estos contextos de contención y de crisis económica se eleva la aparición de depresión entre los hombres de mediana edad.

Teniendo en cuenta este dato, es posible que la siguiente pregunta nos parezca una contradicción y hasta una ironía, pero ¿cómo disfrutar de la vida cuando todo es más caro? ¿Qué tipo de enfoque mental deberíamos aplicar para afrontar de manera más adecuada esta situación? En realidad, deberíamos desarrollar tres tipos de enfoques mentales. Los analizamos.

A pesar de la inflación y de la contención económica, no debemos renunciar al placer. Solo que esas fuentes de bienestar deben en muchos casos reformularse. Si nos centramos en las cosas más elementales y sencillas de la vida, nos sentiremos mejor.

1. La mentalidad frugal: cuando menos es más

La mentalidad frugal define a las personas que, además de practicar el ahorro económico, saben invertir su tiempo y cuidan de sus hábitos de vida. Muchos asocian este comportamiento a la tacañería. Sin embargo, esa visión es del todo errónea. Porque el hombre o la mujer frugal son grandes optimizadores de sus propios recursos y de su tiempo. De hecho, si hay un término que les caracteriza es la sencillez.

Veamos esos pilares en los que se sostiene la frugalidad:

  • Tienen claras sus prioridades. Para disfrutar de la vida cuando todo es más caro, es necesario clarificar qué es lo más importante en nuestro día a día. Siempre hay gastos superfluos de los que deberíamos prescindir. Economizar implica anteponer lo más decisivo para nuestro bienestar.
  • El tiempo no es oro, el tiempo es vida. Bien es cierto que en tiempos de crisis nos vemos obligados, en ocasiones, a echar más horas a nuestras jornadas laborales. Sin embargo, a veces, es mejor vivir con lo mínimo y disfrutar de tiempo de calidad con los nuestros.
  • Ahorremos y evitemos endeudarnos. Esta es, posiblemente, la estrategia más relevante y en la primera que pensamos cuando llegan épocas difíciles.
  • Reciclar para evitar el consumo inútil. ¿Por qué no? Reciclar desde ropa hasta tecnología nos permite no solo ahorrar dinero. El planeta también lo agradece.

A veces, en lugar de obsesionarnos por aquello que nos pueda traer el futuro, vale la pena dar un paso atrás y quedarnos en el presente, en el aquí y ahora. Agradecer lo que nos rodea y ya poseemos puede darnos la felicidad.

2. La mentalidad de aceptación: adaptarme para afrontar mejor la realidad

La inflación ha cambiado nuestra realidad y no aceptarla es darnos cabezazos contra el muro de la frustración. Buena parte de la población tenía innumerables metas y objetivos que cumplir cuando la pandemia dio paso a la normalidad. Sin embargo, con la llegada de la crisis, muchas de esas ilusiones se han difuminado o se han quedado en pausa.

La mentalidad de aceptación nos permite navegar mejor entre la adversidad y la incertidumbre. Asumir lo que no puede cambiarse reduce desde el clásico pensamiento mágico (“si lo deseo con fuerza, todo me saldrá bien”) hasta los estados de negatividad. Así, un estudio de la Universidad de Varsovia destaca que este enfoque mental actúa como un buen regulador emocional. Nos hace sentir mejor.

3. Mentalidad de agradecimiento: apreciar la sencillez de lo que nos rodea

Para disfrutar de la vida cuando todo es más caro debemos entrenar la mirada y el corazón. La mirada para que sepa atender las realidades más sencillas, significativas y hermosas que nos rodean. Corazón para recuperar nuestra capacidad de asombro e ilusión por cada cosa que acontezca y aparezca en nuestro día a día, por pequeña que sea.

Hay experiencias muy elementales que no cuestan dinero y que pueden darnos una felicidad renovadora. A veces, cuando nuestra situación cambia por problemas económicos, nuestras expectativas se vuelven más sencillas y hasta realistas. Y que ocurra esto es bueno. Es bajar las miras para apreciar lo que tenemos cerca.

Por ello, la mentalidad de agradecimiento es la que nos permitirá desde disfrutar de los instantes con las personas que amamos, hasta de un paseo por la playa o la lectura de un libro.

Recuerda, los tiempos difíciles no duran para siempre

A lo largo de nuestra historia como civilización, las crisis han sido un elemento común. La vida es cíclica y hay instantes de oscuridad, momentos de resplandor y épocas de equilibrio y calma. Estos tiempos difíciles, distópicos a veces, y dominados por los precios altos, pandemias, ecos de guerras y grandes incertezas concluirán en algún momento.

No sabemos cuándo, es cierto, pero evitemos procesar estos días desde ese filtro de la negatividad y el catastrofismo. Vayamos poco a poco, apreciando el instante presente y procurando ajustarnos a las circunstancias que nos rodean. El apoyo de los nuestros, recordar nuestros significados vitales y no perder la esperanza, es clave. No dudemos en pedir ayuda especializada si lo necesitamos.

Valeria Sabater.

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