La ciencia dice que el sueño, y en concreto, la fase REM, son decisivos para consolidar en el cerebro los recuerdos con cierta carga emocional. Memoria, emociones y descanso nocturno están íntimamente relacionados.
¿Por qué las experiencias traumáticas y altamente dolorosas son tan difíciles de olvidar? Entender cómo se consolida en el cerebro la memoria emocional ha sido todo un misterio para los científicos. Los recuerdos empapados con toda la paleta de nuestro universo de emociones definen en parte quiénes somos, y esto es una parcela que nos gustaría comprender mucho mejor.
Hay diversas teorías que intentan revelarnos cómo codificamos y evocamos cada dato, matiz, situación y experiencia vivida. Sin embargo, hay algo inherente al ser humano. Todo aquello que nos haya suscitado ilusión, miedo, sorpresa, tristeza o angustia se adhiere mucho más al recuerdo. Es como si alguien lo esculpiera en las profundidades de nuestro cerebro.
Los más avispados y doctos en neurociencias intuirán que detrás de esta peculiaridad están los neurotransmisores. Ellos son quienes median en la consolidación de la memoria a largo plazo y también de esos contenidos más emocionales. Y en efecto, no se equivocan. Sin embargo, en ese proceso de almacenamiento se conjuga otro elemento no menos interesante.
El sueño parece ser clave en esa maquinaria en la que los recuerdos emotivos perduran para siempre… Lo analizamos.
Se estipula que tanto el hipocampo como la amígdala son decisivos a la hora de asentar la memoria emocional.
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Así se consolida en el cerebro la memoria emocional
Hay un hecho llamativo que nos puede llamar la atención. Se ha descubierto que las personas que padecen insomnio tienen un riesgo mayor de padecer depresión. Una investigación de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Huazhong ha demostrado dicha evidencia. Esto coincide con una hipótesis que muchos neurocientíficos barajan desde hace tiempo.
La restricción del sueño afecta no solo a nuestra memoria, sino también al bienestar emocional. Es más, los pacientes con alteraciones crónicas del sueño tienen hasta un 90 % de riesgo de sufrir una depresión mayor. Esto nos hace intuir algo trascendente: el buen descanso nocturno es clave no solo para asentar los recuerdos, sino también para una mejor regulación de las emociones.
La importancia del sueño REM en la formación de los recuerdos neutros y emocionales
La Universidad de Notre Dame realizó una investigación en su unidad del sueño con un grupo de pacientes. Algo que pudieron demostrar en el 2001 es que el sueño REM favorece tanto el procesamiento como la consolidación de la memoria emocional. De algún modo, esta etapa final del sueño articula el asentamiento definitivo de este tipo de información en nuestro cerebro.
Todos sabemos que el buen descanso nocturno resulta decisivo para el correcto rendimiento de nuestras funciones cerebrales. En esas horas de sueño, no solo elimina detritus celulares para que mantengamos un sistema cognitivo sano. Además, favorece nuevas conexiones neuronales, organiza la información aprendida y deshecha la que no considera importante.
Es decir, no solo maneja y asienta los recuerdos neutros. Además, consolida a largo plazo los recuerdos emocionales en el hipocampo y en diversas áreas neocorticales.
El hipocampo y la amígdala, impulsoras y guardianas de nuestras emociones
La comprensión del mecanismo de la memoria ha mejorado en los últimos años de manera notable, gracias a las técnicas de neuroimagen. Las resonancias magnéticas han permitido comprender la forma en que se consolida en el cerebro los recuerdos emocionales.
Así, tanto el hipocampo como la amígdala favorecen que experiencias como los traumas, la felicidad, el amor o el miedo se conviertan (para bien y para mal) en recuerdos perdurables. Sin embargo, y aquí llega de nuevo el dato interesante, el sueño es el nexo que propicia y favorece la formación de los mismos.
Por ejemplo, tanto los ciclos de ondas cortas y los que acompañan a la fase REM reactivan los rastros de memoria del hipocampo. Es decir, ese conjunto de ondas y sus frecuencias resulta decisivo para reactivar los recuerdos, codificarlos y consolidarlos. Estamos ante un proceso fascinante.
La privación de sueño no solo afecta a la calidad de nuestra memoria, sino que se elevan las emociones de valencia negativa. El buen descanso nocturno armoniza las funciones cerebrales y consolida los recuerdos neutros y también los emocionales.
La forma en que se consolida en el cerebro la memoria emocional depende del descanso nocturno
Llegados a este punto es posible que más de uno se pregunte lo siguiente. Si sometiéramos a una persona a una privación sostenida del sueño, entonces… ¿Dejaría de recordar esas vivencias más intensas y emocionales? No exactamente. Lo que sucedería es que la memoria en general se deterioraría y aparecería una sintomatología depresiva. No dormir tiene un gran impacto a nivel cerebral.
En la actualidad, y conociendo ya esta relación, se busca comprender un poco mejor los posibles vínculos entre los trastornos crónicos del sueño y las alteraciones de la memoria emocional en diversas condiciones psiquiátricas. Avanzar en este aspecto nos puede permitir desarrollar intervenciones más innovadoras y eficaces.
Cuidar, atender y favorecer una buena higiene del sueño resulta decisivo para nuestra salud en general, incluida la psicológica. Por otro lado, al comprender ya un poco mejor cómo se consolida en el cerebro la memoria emocional, también es importante tener en cuenta otro aspecto.
Nuestros recuerdos, tanto los infelices como los menos amables, conforman lo que somos. Nos esculpen, nos dan forma, pero este es un proceso constante que nunca se detiene. Siempre tenemos la oportunidad de dar forma a vivencias más luminosas y amables que contrarresten, por ejemplo, los traumas de infancia.