Ser infiel supone una crisis en la relación, perjudicando a quien la comete y a quien la sufre. En este artículo veremos las consecuencias que arrastra tal comportamiento, las cuales tocan incluso a las personas próximas a la pareja.
La infidelidad es un comportamiento que siempre deja secuelas en las relaciones. Meter a un tercero de forma no consensuada afecta tanto a quien lo hace como a quien lo sufre. Además de desatar culpa, vergüenza y pérdida de la confianza en el vínculo, esta situación también daña a las personas cercanas a la pareja, como los hijos que tengan en común.
Si bien se trata de un acto que deteriora de modo muy serio el lazo, no quiere decir que siempre acabe con él. Aunque algunos deciden cortar después de un engaño, otros intentan reparar lo sucedido y darse otra oportunidad. En todo caso, el hecho en sí tiene consecuencias y aquí te las explicamos.
Secuelas para quien comete la infidelidad
En primer lugar, describiremos algunas secuelas que tiene la infidelidad para la persona que incurre en ella. No hay que olvidar que, aunque sea el actor, este hecho le provoca efectos negativos. Veamos cuáles son.
Arrepentimiento y culpa
Las reacciones más habituales son los sentimientos de culpabilidad y los remordimientos. Estos tienden a aparecer cuando uno toma conciencia del acto en sí, y de las consecuencias que tiene tanto en la pareja como en el entorno.
La culpa resulta muy «pegajosa» y es difícil quitársela de encima. Incluso, hay quienes la experimentan, aunque su pareja le perdonara y pasara la página.
Conflictos internos con los valores
Cuando alguien que le da mucho valor al respeto y al compromiso comete un engaño, su sistema de valores personales entra en un grave conflicto. En este caso, los comportamientos no coinciden con las creencias, y esto lleva a experimentar un estado de tensión psicológica llamada disonancia cognitiva.
Si la disonancia se dispara, la persona actúa para disminuirla. Y lo haría sobre el mundo externo, cambiando la conducta en el futuro para mantener los valores. Por otro lado, es posible cambiar dichos valores quitando importancia a la infidelidad o llegando a normalizarla.
Miedo a perder la pareja
Es normal que frente a una traición aparezca el temor a perder a la otra persona. Si bien quien falta al compromiso hizo algo doloroso, esto no resta que sienta afecto por su pareja y cariño por todos los momentos vividos.
El miedo es una emoción que cuesta exteriorizar y poner en palabras. Se manifiesta principalmente en forma de síntomas físicos y de sensaciones corporales como intranquilidad y un nudo en el estómago, taquicardias, tensión muscular o dolores de cabeza inespecíficos.
Vergüenza con uno mismo
Un sentimiento parecido a la culpa es la vergüenza. Resulta habitual que quienes hacen algo considerado prohibido o sancionado por las normas sociales, sufran una profunda vergüenza de ellos mismos.
Aparte, el problema no solo es el sentimiento, sino que las personas suelen esconderlo y evitan hablar de ello. Con esto se dificulta que se establezca una comunicación abierta y fluida con la pareja respecto a lo ocurrido.
Efectos de la infidelidad en la persona engañada
Es necesario hablar de qué genera la infidelidad en la parte afectada; aprender a detectar las secuelas es el primer paso para decidir el futuro de la relación.
Pérdida de confianza
La confianza es un pilar básico sobre el que se construyen las parejas. Tal y como dice un artículo en la revista Sociológica, esta no viene dada en las relaciones, sino que es un logro mutuo. Algo que los dos miembros elaboran y consolidan con el paso del tiempo, y que con facilidad puede verse comprometida.
Si la infidelidad se vive como una traición, la secuela más probable es una pérdida de confianza y una sospecha persistente. Esto es muy difícil de reparar y volver a la situación previa, ya que con seguridad la herida emocional permanecerá abierta durante un largo tiempo.
Celos e inseguridad
Los comportamientos celosos y posesivos tienen su origen, muchas veces, en una infidelidad. Uno puede tener una falsa sensación de control, si trata de averiguar qué hace su pareja en todo momento. Sin embargo, esto lo único que hace es añadir tensión al vínculo.
Hay parejas que normalizan tal tipo de conductas, confundiendo el cuidado con el control. No son para nada lo mismo. Los celos son un indicador de que falla la confianza en la relación. Algo sobre lo que trabajar y nunca pasar por alto.
Rabia y enfado con la otra persona
Si hay un sentimiento frecuente en quienes son víctimas de un engaño es la rabia. Esta se dirige tanto al infiel como a la tercera persona en cuestión. El enfado es una emoción intensa que nos mueve a actuar y puede ser el desencadenante de discusiones o decisiones precipitadas, como romper la pareja sin meditarlo.
Está bien enfadarse y que uno pueda expresarlo, pero hay que tener cuidado para que su expresión no nos cause efectos negativos.
Inseguridades y complejos
Hay personas que se echan la culpa por sufrir una infidelidad. A pesar de que sean las víctimas de la situación, creen que sucedió porque hay algo malo en ellos o porque hicieron algo que lo provocó.
La culpabilidad mantenida en el tiempo puede desembocar en inseguridades y complejos. Y esto dificultar relacionarse con otras personas o conocer a una nueva pareja en el futuro.
Rumiaciones y bloqueos
Los pensamientos repetitivos respecto a lo ocurrido y los bloqueos de pensamiento son habituales entre los que sufrieron una infidelidad. Estos cumplen la función de intentar buscar una causa a lo ocurrido y así reducir la incertidumbre. Sin embargo, al no encontrar un motivo probable, comienza un bucle de preocupación de la que es difícil salirse.
Síntomas psicopatológicos
Ansiedad, ánimo bajo o insomnio surgen con frecuencia en aquellos que pasan por esta experiencia. Una infidelidad no deja de ser un estresor y la persona reacciona ante este desplegando una sintomatología psicológica.
Lo normal es que tales síntomas remitan con el tiempo y con la adaptación a la nueva situación, pero si persisten o generan una gran interferencia, conviene pedir ayuda.
¿Qué pasa con las personas alrededor?
Tengamos en cuenta que ser infiel no solo afecta a las personas que conforman la pareja, sino que influye en todo su alrededor. Si hay infidelidad en un matrimonio con hijos, son estos últimos quienes sienten más el impacto.
Los niños comprenden en función de su desarrollo este acontecimiento y actúan en consecuencia. Lo habitual es que se alineen con el progenitor víctima. Asimismo, pueden sentirse confusos por no comprender qué sucedió.
Por otra parte, a medida que las parejas se consolidan, las amistades tienden a ser compartidas. Cuando alguien es infiel, el grupo de amigos se desestabiliza y pueden aparecer posicionamientos.
Si lo necesitas, no dudes en pedir ayuda psicológica
Acudir con el psicólogo es una buena decisión cuando existen dificultades en la comunicación y es necesario que intervenga un tercero que ayude a los miembros a expresarse y escuchar. Es un espacio seguro que contribuye a que las cosas se digan de una forma tranquila y respetuosa, en medio de los sentimientos desagradables que provoca el engaño.
Partiendo de ello, considera la terapia de pareja como una alternativa para atender las secuelas que deja la infidelidad. En este caso, no se trata de resolver el engaño, pues no es posible borrar el pasado. Más bien se busca solucionar todo lo que este altera, se trabaja en que la pareja no se quede estancada en la deslealtad y así decidir si continuar o acabar con la relación.
Cabe destacar que no siempre la terapia va destinada a mantener la pareja. En ocasiones, hay que ayudar a ambos en la separación. En todo caso, si pasas por este momento de crisis y sientes que te rebasa, no dudes en buscar ayuda.