La falta de vivienda y el precio por las nubes se unen a la precariedad laboral para dejar un escenario catastrófico. El ‘efecto rotación’ o el pánico es la causa detrás de la desaparición de pisos en alquiler.
La juventud y los colectivos vulnerables son los más afectados. De hecho, la dificultad para acceder a una casa lleva a que el 15% de la generación Z alquile vivienda sin verla antes, según el Informe generacional: análisis de las tendencias y los cambios de hábitos que han marcado el futuro del sector inmobiliario en España.
Sin embargo, el problema de la vivienda tiene solución, la cual se sustenta en tres pilares: la vivienda pública, las casas de segunda mano y las ayudas indirectas.
La vivienda pública regula el precio de alquiler y compra
El primer paso es construir vivienda pública porque permite regular los precios de alquiler y compra, asegura Ferran Font, portavoz y director de Estudios de pisos.com.
Esta medida es crucial. España tiene una deficiencia de vivienda pública y el alquiler social solo llega al 4% de las personas que lo necesitan.
Además, el parque de vivienda está «cada vez más envejecido y de peor calidad», denuncia Font. De poco sirve construir más, como los 20.000 pisos de alquiler asequible que se construirán en España, si no se rejuvenecen las viviendas que ya existen.
Las casas de segundo mano son otra clave para mejorar la situación, según Juan Antonio Módenes, profesor titular del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) e investigador asociado en el Centro de Estudios Demográficos.
La población envejecida tiene consecuencias negativas, pero también da lugar a casas de segunda mano previsible por el flujo de mortalidad. «Vuelven al mercado cientos de miles de estas viviendas cada año», indica Módenes.
Las ayudas a la vivienda, demasiado restrictivas
Otro punto clave para afrontar la crisis inmobiliaria es sacar más ayudas para acceder a la vivienda. Principalmente, ayudas indirectas porque las directas «se transmiten a los precios y dificultan el acceso a la vivienda», recalca Font.
A la escasez de subvenciones se suma la dificultad para acceder a las ayudas existentes por sus «criterios demasiado restrictivos» y al ser complejas de entender.
«Difícilmente la gente sabe lo que significa y cómo se puede aplicar a su caso particular», explica Font.
Lo mismo sucede con la nueva Ley de vivienda. La mayoría de encuestados en el Informe generacional no sabe si le afecta positivamente, lo que revela el desconocimiento y la desinformación sobre este tema.
La cifra más alarmante es que más del 50% de la generación Z y Millenials cree que no le afectará de forma positiva. Cuando «en teoría, son quienes deberían verse más beneficiados», apunta.
«Si desconocen una ley es un problema porque si la gente destinataria no sabe que es una medida de contenido social que les puede afectar…», advierte Font.
En gran parte, esto es consecuencia de la desinformación sobre el mercado inmobiliario, relacionada con cómo la sociedad accede a la información.