Aunque se trata de un tipo de parafilia inusual, la coprofilia aparece con frecuencia junto a otras condiciones como el trastorno límite de personalidad, la esquizofrenia o las demencias. Te proponemos saber más.
Si existe un tipo de parafilia de la que apenas se habla es la coprofilia. Esta define a alguien que experimenta placer sexual a partir del contacto, manipulación, observación o incluso de la ingestión de heces humanas. Si bien es una categoría clínica rara y poco tratada en consulta psicológica, podría afectar a más personas de las que pensamos.
Quien evidencia atracción por los excrementos, lo vive en rigurosa intimidad y, a menudo, atenazado por el sentimiento de vergüenza. De hecho, es frecuente que intente buscar posibles parejas sexuales en foros especializados. En consecuencia, a pesar del hermetismo que rodea a esta condición, la ciencia ha intentado dilucidar las particularidades y sus causas asociadas.
Coprofilia: definición y características
Con frecuencia pasamos por alto los matices y manifestaciones que tiene la sexualidad. Muchas de estas expresiones no son patológicas, de hecho, hay múltiples parafilias que solo definen una manera más de vivir el erotismo y el placer. La coprofilia, por su parte, conforma un tipo de práctica que, en ciertos casos, entra en la esfera de lo disfuncional.
Los coprófilos pueden tener una sola fijación (atracción por las heces) o bien presentar otras a la vez (como la urofilia o lluvia dorada). Asimismo, esta condición se manifiesta de varias maneras. Hay quien desea que sus parejas defequen sobre ellas y algunos manifiestan su fuente de deseo a través del voyerismo, es decir, observando al que lleva a cabo este acto fisiológico.
Delimitando esta parafilia
Se trata de un tipo de trastorno parafílico, es decir, traza una conducta sexual que puede ser angustiosa y causar humillación. Una publicación del Journal of the American Psychiatric Nurses Association especifica que su otra modalidad, la coprofagia, ingesta de las heces, también se incluye en esta categoría. Cabe señalar que la mayoría de estudios de esta condición son bastante limitados.
Para la comunidad científica aún no quedan claros los factores psicológicos y biológicos que originan esta realidad clínica, así como buena parte de las parafilias. Esto dificulta ofrecer un buen abordaje psicoterapéutico a los pacientes. Sea como sea, nos encontramos ante una de las conductas sexuales que mayor hermetismo presenta a su alrededor. Procuremos desgranarla.
Tipologías
Es habitual encontrar este término en Internet etiquetado como «scat fetish». Es así como la pequeña comunidad de coprófilos intenta reconocerse entre sí. Es fundamental destacar que esta inclinación puede expresarse de muchas maneras y que, a menudo, se combina con prácticas de sumisión y humillación. Pasamos a describirlas, advirtiendo antes al lector sobre el contenido sensible.
Coprofilia pasiva
El placer sexual se obtiene al observar el acto de defecación sin participar de forma física. El simple hecho de actuar como un voyerista, y ver a alguien llevando a cabo esta acción fisiológica, resulta una poderosa fuente de excitación.
Coprofilia activa
Aquí aparece una participación directa de la persona en el manejo de las heces. El placer sexual se obtiene a partir de tocar, frotar o manipular los excrementos, ya sean propios o ajenos.
Coprofagia
Una de las manifestaciones más extremas de este trastorno es la coprofagia, que implica el consumo de heces. Si bien es menos común, representa un gran peligro para la salud debido a la ingestión de elementos biológicos peligrosos, como bacterias, parásitos y otros patógenos.
Coprofilia de dominación y sumisión
Dentro del contexto de las dinámicas de poder y sumisión en el BDSM (bondage, dominación, sumisión y masoquismo), lo coprófilo puede incluir el uso de heces como parte de los rituales de dominación y humillación. Así las cosas, es posible que una persona dominante haga que alguien sumiso entre en contacto con estos elementos de diversas maneras.
Esto funciona como un medio para ejercer control y humillar. Aunque resulte impactante, para algunos individuos, la experiencia de la humillación en este escenario está vinculada a la excitación sexual.
Fetichista coprófilo
Hay personas que terminan desarrollando una forma de fetichismo ligado a las heces. Es decir, pueden derivar en conductas de coleccionismo, al guardar, por ejemplo, las deposiciones de sus parejas sexuales.
¿Cuál es la incidencia del trastorno?
En la actualidad, se desconoce cuál es el porcentaje de personas que evidencian esta parafilia. Hay que considerar que quien lo posee no suele pedir ayuda especializada y ello dificulta tener una idea sobre la incidencia del mismo. La máxima necesidad de quien padece esta condición es encontrar parejas que compartan el mismo interés erótico.
Ahora bien, tal y como destacan en un artículo del Journal of Psychological and Brain Sciences, este trastorno se puede presentar en pacientes con demencia, debido a que la persona se encuentra en un estado de pérdida de diferentes habilidades relacionadas con los instintos básicos. Asimismo, se ha observado esta conducta en personas con esquizofrenia y con trastorno obsesivo-compulsivo.
Posibles causas
Como bien señalamos, estamos ante un trastorno parafílico que suele enlazarse a diversas condiciones clínicas. Es esencial llevar a cabo un adecuado análisis de la persona, para comprender por qué llegó a esta situación. Si bien disponemos de pocos trabajos sobre el tema, la ciencia ha visto algunos elementos en común para conocer las causas que explicarían la afección. Los analizamos.
Factores neurológicos
La mayoría de estudios sobre los trastornos parafílicos se centran en la pedofilia. En estos casos, investigaciones como la divulgada en Indian Journal of Psychiatry focalizan las causas en diversos poliformismos en los genes, capaces de alterar los niveles de la dopamina y la serotonina.
Si bien, en el ámbito de la coprofilia, no existen datos publicados hasta el momento, se sospecha también que haya posibles disfunciones en los circuitos de recompensa y excitación en el cerebro. Esto implicaría que ciertos estímulos atípicos, como las heces, se asocien de manera anormal con el placer sexual.
Experiencias traumáticas
Las experiencias traumáticas o de abuso sexual en la infancia guardarían relación con el desarrollo de comportamientos sexuales atípicos, como el que venimos tratando. Estas vivencias adversas podrían llevar a una persona a buscar comportamientos que recreen esa forma de degradación que, tal vez, experimentó en el pasado.
Búsqueda de experiencias transgresoras
Hay quien necesita y se obsesiona en buscar experiencias sexuales extremas o intensas. Esto es frecuente en hombres y mujeres que han desarrollado cierta tolerancia a los estímulos sexuales comunes y fantasean con nuevas formas de excitación; esas que sobrepasan lo convencional e incluso lo ético.
Desregulación de los impulsos
Pacientes con trastornos de control de impulsos o de personalidad, demuestran con frecuencia cierta desregulación del comportamiento sexual. Esto haría que algunas de estas personas deriven en comportamientos sexuales atípicos, como el de los coprófilos. The European Journal of Psychiatry describe precisamente el caso de una mujer de 30 años con trastorno límite de la personalidad.
Condicionamiento sexual
Una de las teorías que suele tenerse en cuenta es la del condicionamiento. Esto ocurre cuando una persona vincula de manera accidental un estímulo no sexual, como las heces, con una experiencia sexual placentera.
Tratamientos para este trastorno parafílico
A veces, podemos encontrarnos con personas coprófilas que presentan un funcionamiento social normal. Pero son hombres y mujeres con más parafilias. Es decir, individuos que encuentran excitación sexual en diversos estímulos y no solo en la figura de las heces. Por lo general, se deleitan con experiencias eróticas transgresoras junto a parejas de intereses similares.
Ahora bien, lo que vemos con mayor frecuencia son pacientes con varias comorbilidades psiquiátricas. De hecho, un trabajo divulgado en Case Reports in Psychiatry detalla la complejidad de estas realidades y de su tratamiento, que suele incluir con frecuencia la hospitalización. Veamos, a continuación, la posible estrategia psicoterapéutica en estas situaciones.
Terapia de control de estímulos
Esta tiene como finalidad reducir el contacto con estímulos desencadenantes de la atracción por los excrementos. Podría incluir aprender a evitar situaciones o imágenes que provocan pensamientos coprófilos, así como a desarrollar una mayor conciencia sobre las condiciones en las que se experimentan tales deseos.
Terapia cognitivo-conductual
Una de las intervenciones más utilizadas en el tratamiento de los trastornos parafílicos es el modelo cognitivo-conductual. Esta forma de terapia se enfoca en identificar los patrones de pensamiento, emociones y conductas relacionadas con los deseos coprófilos. Además, puede ayudar a la persona a desarrollar habilidades para modificar dichos patrones.
Psicoeducación
La psicoeducación es fundamental en terapia y, en especial, en el abordaje de las parafilias. En particular, permite a los coprófilos entender la naturaleza de su parafilia, los riesgos asociados y el impacto en su vida social, emocional y física.
Psicofármacos
Los psicofármacos resultan útiles como complemento de la terapia psicológica, sobre todo si la persona tiene dificultades significativas para controlar sus impulsos o si existen comorbilidades, como la esquizofrenia, la ansiedad, la depresión o el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
Un trastorno parafílico que necesita mayor atención
Este comportamiento no solo es poco común, sino que quien lo sufre se siente estigmatizado. Muchas de estas personas viven en un limbo dominado por la vergüenza y la soledad. Solo las redes sociales y los grupos especializados en esta parafilia actúan, con frecuencia, como su tabla de salvación. Necesitamos, sin duda, comprender mucho mejor la anatomía de las parafilias en general.
Entonces, es importante abordar la coprofilia desde una perspectiva comprensiva y sin prejuicios, reconociendo la necesidad de un tratamiento adecuado y el apoyo psicológico para aquellos que la experimentan. Porque más allá de los intereses eróticos de cada uno, lo decisivo es tener una vida social y emocional, saludable y plena.